El Popol Vuh o Pop Wuj
(Libro del Común o Libro del Consejo)
Pop: estera o petate, símbolo de autoridad real
Vuh: libro
"Sin
Bernal Díaz del Castillo, Rafael Landívar, Antonio José de Irisarri,
José Batres Montúfar, José Milla; sin Enrique Gómez Carrillo,
sin Miguel Ángel Asturias, sin la obra de los guatemaltecos indios, antes que nada
con el Popol Vuh y demás creaciones, estaríamos en cueros.
Todavía a los dioses indígenas los llamamos ídolos."
Luis
Cardoza y Aragón. Miguel Angel Asturias : casi novela. México:
Ediciones Era, 1991.
En 1492 llegaron los españoles a lo que hoy es Cuba. En
1524 llegaron a las tierras que hoy son Guatemala. Junto con los Conquistadores llegaron
varios sacerdotes, quienes en su afán de convertir a los indígenas a la
"verdadera" religión destruyeron cuanto hubiera que pudiera tener alguna
conexión a las religiones precolombinas: templos, dioses, bibliotecas enteras de
códices. Aunque cabe resaltar que muchos códices se destruyeron mucho antes de
la llegada de los españoles a América, ya que el amate, el material con que se
construían los códices, difícilmente podían sobrevivir a la
inclemencia del tiempo y del clima del trópico, es innegable la destrucción
perpetrada por los españoles, siendo tal que de los códices mayas solamente
quedan cuatro en el mundo. Uno de los tantos códices quemados posiblemente haya sido
el mismo Popol Vuh. Esta incertidumbre de mi parte es porque los orígenes del Popol
Vuh está rodeado del enigma. Lo que sí sabemos es que el Popol Vuh como lo
conocemos fue escrito un poco después de la
Conquista en el idioma quiché con auxilio del alfabeto castellano
por uno o varios indígenas cristianizados, muy posiblemente miembros de la
derrotada realeza quiché. El quiché se deriva del lenguaje maya que se hablaba
durante el llamado Periodo PostClásico (c 900 d.C-1492) con influencias
toltecas. Este tipo de lenguaje maya se asentó en el noroccidente de lo que hoy es
Guatemala.
Algunos estudiosos han creído identificar a uno de los posibles
autores del Popol Vuh con un indígena llamado Diego Reynoso o Reinoso, aunque toda
hipótesis sobre la autoridad del Popol Vuh es muy ténue. Este Popol Vuh
seguramente fue una copia que el autor o autores transcribieron de un original, ya sea uno
que tenían a la vista y en su poder, o lo transcribieron de memoria; lo único
que quedaba de los miles de códices que se perdieron en el humo cristiano. En cuanto
al año en que fue redactado, algunos estudiosos lo datan entre 1554 y 1558,
habiendo sido redactado en la antigua capital de los quichés, Gumarkaaj
(Utatlán), hoy Santa Cruz del Quiché, o con menor probabilidad en
Chuilá (Chichicastenango), pueblo a donde se desplazó los residuos de la elite
quiché luego de la derrota por el Conquistador Pedro de Alvarado.
Casi 200
años después, en 1701, un sacerdote de la orden de los dominicos llegó
al pueblo de Santo Tomás Chuilá como parroco. Santo Tomás Chuilá
es más conocido hoy día como Chichicastenango. El sacerdote se llamaba
Francisco Ximénez y era natural de Écija, Andalucía, España. El
Padre Ximénez era una rareza entre los sacerdotes; desde su llegada a Chuilá
el Padre Ximénez demostró su admiración, amor y respeto hacia la
cultura indígena por su actitud y al aprender varios idiomas indígenas. Esta
actitud de parte del Padre Ximénez inspiró confianza entre los principales
personajes indígenas de Chuilá, quienes en gratitud concedieron
enseñarle un libro que estaba en su posesión y que había sido escrito
un poco después de la
Conquista: el Popol Vuh. El Padre Ximénez vio el original e hizo una
transcripción del manuscrito del quiché al quiché y una
traducción del quiché al español. Nos dice Ximénez:
No
hay duda que por la grande falta de noticias, por haberlas ellos ocultado y haberse ocultado
sus libros... y así determiné el trasuntar de verbo adverbum todas sus
historias como las traduje en nuestra lengua Castellana de la lengua Quiché en que
las hallé escritas desde el tiempo de la conquista... e indagando yo aqueste asunto,
estando en el Curato de Santo Tomás Chichicastenango, hallé que era
la Doctrina que primero mamaban con
la leche y que todos ellos casi lo tienen de memoria y descubrí que de aquestos
libros tenían muchos entre sí... he determinado poner aquí y trasladar
todas sus historias, conforme ellos las tienen escritas...
Esta es la copia del Popol
Vuh que ha llegado hasta nosotros; el manuscrito quiché escrito en caracteres latinos
en el siglo XVI no se ha vuelto a ver. Es posible que Ximénez lo haya devuelto a sus
dueños originales y que aún exista en algún lugar de las
montañas guatemaltecas, pero como mucho del Popol Vuh, es posible que nunca lo
sepamos. El texto transcrito y traducido por Ximénez quedó en el poder en
la Orden a la que pertenecía
Ximénez, la de los dominicos. En el tiempo en que vivió Ximénez su
versión no fue conocida más que por algunas personas dentro de su orden. Su
versión quedó en la oscuridad por otros cien años. En 1829 los
dominicos fueron expulsados del país durante el gobierno liberal de Francisco
Morazán, y sus archivos pasaron a la
Universidad de San Carlos. En 1854 un médico austriaco residente en
Guatemala, Carl Scherzer, fue el primero que tuvo acceso al manuscrito de Ximénez,
quien la publicó en 1857 en Viena. Esta versión no tuvo mucha suerte ya que no
fue ampliamente conocida. También en el mismo año de 1854 otro extranjero tuvo
acceso al manuscrito de Ximénez: el abate francés Charles Etienne Brasseur de
Bourbourg (1814-1874). Brasseur de Bourbourg, excéntrico y erudito, está
íntimamente ligado a la historia literaria guatemalteca del siglo XIX. A él se
le debe no solamente el "descubrimiento" del manuscrito de Ximénez, sino
también el hallazgo de otros textos precolombinos de suma importancia, como el
Memorial de Sololá y El Rabinal Achí. Brasseur de Bourbourg
inexplicablemente extrajo de Guatemala el manuscrito de Ximénez, partió hacia
Europa y en París publicó en francés en 1861 la primera versión
más reconocida del Popol Vuh. A la muerte de Brasseur de Bourbourg el manuscrito de
Ximénez pasó a manos de un Alphonse Pinart, quien luego se la vendió a
un Otto Stoll por diez mil francos. Luego en 1887 el manuscrito fue puesto en pública
subasta y adquirida por un Edward E. Ayer. Parece ser que Edward E. Ayer trajo el manuscrito
de regreso al continente americano, pero esta vez a los Estados Unidos. Edward E. Ayer
donó el manuscrito a la biblioteca de la
Universidad de Newberry, en Chicago, donde aún se encuentra. Ya en
el siglo XX, en la década de los 40, el investigador guatemalteco Adrián
Recinos hacía investigaciones relacionadas con la literatura precolombina. Esto lo
llevó a Chicago, donde se tenían noticias de que allí se encontraba un
importante manuscrito precolombino. Su sorpresa fue mayor al encontrarse con el manuscrito
original de Ximénez. En 1947 Recinos publicó la primera edición de su
traducción en la editorial mexicana Fondo de Cultura Económica, probablemente
la mejor y más difundida de todas las traducciones. Hay varias traducciones del Popol
Vuh del idioma quiché a otros idiomas. Varios estudiosos declaran que la mejor
traducción es la de Adrián Recinos, que es la misma que usé
aquí. Los mismos especialistas declaran que hay una necesidad imperante por hacer una
mejor traducción del Popol Vuh.
El inmenso valor que tiene el Popol Vuh radica
no solo como un texto primordial de la literatura maya, sino también de la
precolombina y la universal. Aparte de su gran valor estético, el Popol Vuh ha
servido como una gran ventana por la cual podemos dislumbrar la cosmogonía maya antes
de la llegada de los españoles a tierras americanas. Esta biblia maya ha corroborado
datos encontrados en "textos" precolombinos, como por ejemplo en la
alfarería, las estelas, y hasta en los monumentales monolitos tallados como el que
encontramos al principio de esta página. Además, en lo que a la literatura nos
concierne, la presencia del Popol Vuh es fuerte e innegable, específicamente en la
literatura guatemalteca, pero también en la centroamericana y hasta en la mexicana
como el caso de la escritora chiapaneca Rosario Castellanos. Miguel Angel Asturias, el
Premio Nobel guatemalteco nunca hubiera creado su obra maestra Hombres de maíz
si no hubiera existido el Popol Vuh. En Hombres de maíz Asturias regresa a los
orígenes, al mito, pero no al mito occidental (Ulises, Prometeo, la Biblia, etc) sino al mito precolombino, a lo
primigenio de nuestro ser latinoamericano.
Religión, mitología,
historia, astrología. Estos aspectos y más se encuentran en la llamada Biblia
Maya. El Popol Vuh se puede distinguir básicamente en tres partes. La primera es la
descripción de la creación y del origen de los hombres. A diferencia de
la Biblia, tomó tres intentos
para crear a los hombres, y fue hasta el cuarto que los dioses lo lograron (número
importante en la cosmogonía maya: cuatro fueron los hombres creados), y fue cuando
los dioses decidieron hacer al hombre de maíz. La segunda parte se refiere a un
tiempo anterior a la creación de los hombres, y trata sobre las aventuras
míticas de los dioses gemelos Hunahpú (Uno Cerbatana. La H se pronuncia como J: Junajpú) e
Xbalamké (nombre que probablemente viene de Xbalamkej, Уpequeño jaguar-venado.
La X de Xbalamké se pronuncia
Ishbalamké) en Xibalbá, el inframundo maya, donde derrotan a los
nueve dioses del inframundo y vuelven a renacer convertidos en el sol y en la luna llena
(las otras fases lunares están asociadas a su madre Ixquic (IxkikТ), y algunas fases
del planeta Venus están asociadas a Xbalamke). Para los antiguos mayas, cada
día en que se ponía el sol y Venus que le precedía, era el momento en
que Hunahpú e Xbalamke volvían a descender a Xibalbá, a recrear por el
infinito la lucha entre el bien y el mal. La última y tercera parte es
histórica. Relata la vida del pueblo quiché desde su salida del mítico
Tulán hasta los últimos reyes quichés asesinados por las huestes
españolas. Las últimas palabras son unas de las más conmovedoras que
jamás se hayan escrito en la literatura guatemalteca: "Y esta fue la existencia
de los quichés, porque ya no puede verse el [libro PopolVuh] que tenían
antiguamente los reyes, pues ha desaparecido. Así pues, se han acabado todos los del
Quiché, que hoy se llama Santa Cruz."