CAPITULO XIII
AL quinto
día volvieron a aparecer y fueron vistos en el agua por la gente. Tenían ambos
la apariencia de hombres-peces 36 cuando los vieron los de Xibalbá, después de
buscarlos por todo el río.
Y al día siguiente se presentaron dos
pobres, de rostro avejentado y aspecto miserable, vestidos de harapos, y cuya apariencia no
los recomendaba. Así fueron vistos por los de Xibalbá.
Y era poca cosa
lo que hacían. Solamente se ocupaban en bailar el baile del Puhuy [lechuza o
chotacabra], el baile del Cux [comadreja] y el del Iboy [armadillo], y bailaban
también el Ixtzu1 [ciempiés] y el Chitic [el que anda sobre zancos].37
Además, obraban muchos prodigios. Quemaban las casas como si de veras ardieran y
al punto las volvían a su estado anterior. Muchos de los de Xibalbá los
contemplaban con admiración.
Luego se despedazaban a sí mismos; se
mataban el uno al otro; tendíase como muerto el primero a quien habían matado,
y al instante lo resucitaba el otro. Los de Xibalbá miraban con asombro todo lo que
hacían, y ellos lo ejecutaban como el principio de su triunfo sobre los de
Xibalbá.
Llegó en seguida la noticia de sus bailes a oídos de
los Señores Hun-Camé y Vucub-Camé. Al oírla exclamaron:
-¿Quiénes son esos dos huérfanos? ¿Realmente os causan tanto
placer?
-Ciertamente son muy hermosos sus bailes y todo lo que hacen, contestó
el que había llevado la noticia a los Señores.
Contentos de oír
esto, enviaron entonces a sus mensajeros a que los llamaran con halagos. -Que vengan
acá, que vengan para que veamos lo que hacen, que los admiremos y nos maravillen.
Esto dicen los Señores." Así les diréis a ellos, les fue dicho a
los mensajeros.
Llegaron éstos en seguida ante los bailarines y les
comunicaron la orden de los Señores.
-No queremos, contestaron, porque
francamente nos da vergüenza. ¿Cómo no nos ha de dar vergüenza
presentarnos en la casa de los Señores con nuestra mala catadura, nuestros ojos tan
grandes y nuestra pobre apariencia? ¿No estáis viendo que no somos más
que unos [pobres] bailarines? ¿Qué les diremos a nuestros compañeros de
pobreza que han venido con nosotros y desean ver nuestros bailes y divertirse con ellos?
¿Por ventura podríamos hacer lo mismo con los Señores? Así,
pues, no queremos ir, mensajeros, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué.
Con el
rostro abrumado de contrariedad y de pena se fueron al fin; pero por algún tiempo no
querían caminar y los mensajeros tuvieron que pegarles varias veces en la cara cuando
se dirigían a la residencia de los Señores.
Llegaron, pues, ante los
Señores, con aire encogido e inclinando la frente; llegaron prosternándose,
haciendo reverencias y humillándose.38 Se veían extenuados, andrajosos, y su
aspecto era realmente de vagabundos cuando llegaron.
Preguntáronles en seguida
por su patria y por su pueblo; preguntáronles también por su madre y su
padre.
-¿De dónde venís?, les dijeron.
-No lo sabemos,
señor No conocemos la cara de nuestra madre ni la de nuestro padre: éramos
pequeños cuando murieron, contestaron, y no dijeron una palabra más.
-Está bien. Ahora haced [vuestros juegos] para que os admiremos.
¿Qué deseáis? Os daremos vuestra recompensa, les dijeron.
-No
queremos nada; pero verdaderamente tenemos mucho miedo, le dijeron al Señor.
-No os aflijáis, no tengáis miedo. ¡Bailad! Y haced primero la parte
en que os matáis; quemad mi casa, haced todo lo que sabéis. Nosotros os
admiraremos, pues eso lo que desean nuestros corazones. Y para que os vayáis
después, pobres gentes, os daremos vuestra recompensa, les dijeron.
Entonces
dieron principio a sus cantos y a sus bailes. Todos los de Xibalbá llegaron y se
juntaron para verlos. Luego representaron el baile del Cux, bailaron el Puhuy y bailaron el
Iboy.
Y les dijo el Señor: -Despedazad a mi perro y que sea resucitado por
vosotros, les dijo.
-Está bien, contestaron, y despedazaron al perro. En
seguida lo resucitaron. Verdaderamente lleno de alegría estaba el perro cuando fue
resucitado, y movía la cola cuando lo revivieron.
El Señor les dijo
entonces: -¡Quemad ahora mi casa! Así les dijo. Al momento quemaron la casa del
Señor, y aunque estaban juntos todos los Señores dentro de la casa, no se
quemaron. Pronto volvió a quedar buena y ni un instante estuvo perdida la casa de
Hun-Camé.
Maravilláronse todos los Señores y asimismo sus bailes
les causaban mucho placer.
Luego les fue dicho por el Señor: -Matad ahora a un
hombre, sacrificadlo, pero que no muera, dijeron.
-Muy bien, contestaron. Y cogiendo
a un hombre, lo sacrificaron en seguida, y levantando en alto el corazón de este
hombre, lo suspendieron a la vista de los Señores.
Maravilláronse de
nuevo Hun-Carné y Vucub-Camé. Un instante después fue resucitado el
hombre por ellos [por los muchachos] y su corazón se alegró grandemente cuando
fue resucitado.
Los Señores estaban asombrados, -¡Sacrificaos ahora a
vosotros mismos, que lo veamos nosotros! ¡Nuestros corazones desean verdaderamente
vuestros bailes!, dijeron los Señores.
-Muy bien, Señor, contestaron. Y
a continuación se sacrificaron. Hunahpú fue sacrificado por lxbalanqué;
uno por uno fueron cercenados sus brazos y sus piernas, fue separada su cabeza y llevada a
distancia, su corazón arrancado del pecho y arrojado sobre la hierba. Todos los
Señores de Xibalbá estaban fascinados. Miraban con admiración, y
sólo uno estaba bailando, que era Ixbalanqué.
-¡Levántate!, dijo éste, y al punto volvió a la vida.
Alegráronse mucho [los jóvenes] y los Señores se alegraron
también. En verdad, lo que hacían alegraba el corazón de
Hun-Camé y Vucub-Camé y éstos sentían como si ellos mismos
estuvieran bailando.39
Sus corazones se llenaron en seguida de deseo y ansiedad por
los bailes de Hunahpú e Ixbalanqué. Dieron entonces sus órdenes
Hun-Camé y Vucub-Camé.
-¡Haced lo mismo con nosotros!
¡Sacrificadnos!, dijeron. ¡Despedazadnos uno por uno!, les dijeron
Hun-Camé y Vucub-Camé a Hunahpú e Ixbalanqué.
-Está bien; después resucitaréis. ¿Acaso no nos habéis
traído para que os divirtamos a vosotros, los Señores, y a vuestros hijos y
vasallos?, les dijeron a los Señores.
Y he aquí que primero
sacrificaron al que era su jefe y Señor, el llamado Hun-Camé, rey de
Xibalbá.
Y muerto Hun-Camé, se apoderaron de Vucub-Camé. Y no
los resucitaron.
Los de Xibalbá se pusieron en fuga luego que vieron a los
Señores muertos y sacrificados. En un instante fueron sacrificados los dos. Y esto se
hizo para castigarlos. Rápidamente fue muerto el Señor Principal. Y no lo
resucitaron.
Y un Señor se humilló entonces, presentándose ante
los bailarines. No lo habían descubierto, ni lo habían encontrado.
-¡Tened piedad de mí!, dijo cuando se dio a conocer.
Huyeron todos los
hijos y vasallos de Xibalbá a un gran barranco, y se metieron todos en un hondo
precipicio. Allí estaban amontonados cuando llegaron innumerables hormigas que los
descubrieron y los desalojaron del barranco. De esta manera los sacaron al camino y cuando
llegaron se prosternaron y se entregaron todos, se humillaron y llegaron afligidos.
Así fueron vencidos los Señores de Xibalbá. Sólo por un
prodigio y por su transformación pudieron hacerlo. 40
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Notas de
Adrián Recinos:
36 Literalmente hombre pez. El autor juega indudablemente con
estas palabras para dar a entender que los héroes de la historia eran hijos de las
aguas.
37 En el baile del Ixtzul los bailarines llevaban máscaras
pequeñas y colas de guacamaya en el colodrillo, según Barela. Landa dice que
en las fiestas de Año Nuevo, cuando éste caía en el día Muluc,
los mayas de Yucatán bailaban un baile de zancos muy altos.
38 Hay aquí
una repetición del mismo concepto expresado en una serie de verbos
sinónimos.
39 Estos engaños, que recuerdan los actos de
sugestión de los fakires de la
India, eran bien conocidos de los indios mayas de México.
Sahagún, describiendo las costumbres de los huastecas, tribu mexicana relacionada con
los mayas de Yucatán, refiere que cuando volvieron a Panutla, o Pánuco,
Уevaron consigo los cantares que usaban cuando bailaban y todos los aderezos que usaban en
la danza o areyto. Los mismos eran amigos de hacer embaimentos, con los cuales
engañaban a las gentes, dándoles a entender ser verdadero lo que es falso,
como es hacer creer que se quemaban las casas, cuando no había tal; que hacían
aparecer una fuente con peces, y no había nada, sino ilusión de los ojos: que
se mataban a sí mismos haciendo tajadas y pedazos sus carnes, y otras cosas que eran
aparentes y no verdaderas...Ф
40 Se refiere naturalmente a la metamorfosis de
Hunahpú e Ixbalanqué en los dos muchachos pobres que engañaron
trágicamente a los Señores de Xibalbá valiéndose de sus artes de
magia.