CAPITULO XII
HE aquí la
memoria de la muerte de Hunahpú e Ixbalanqué. Ahora contaremos la manera como
murieron.
Habiendo sido prevenidos de todos los sufrimientos que les querían
imponer, no murieron de los tormentos de Xibalbá, ni fueron vencidos por todos los
animales feroces que había en Xibalbá.
Mandaron llamar después a
dos adivinos que eran como profetas; llamábanse Xulú y Pacam y eran sabios, y
les dijeron:
-Se os preguntará por los Señores de Xibalbá acerca
de nuestra muerte, que están concertando y preparando por el hecho de que no hemos
muerto, ni nos han podido vencer, ni hemos perecido en sus tormentos, ni nos han atacado los
animales. Tenemos el presentimiento en nuestro corazón de que usarán la
hoguera para darnos muerte. Todos los de Xibalbá se han reunido, pero la verdad es
que no moriremos. He aquí, pues, nuestras instrucciones sobre lo que debéis
decir:
-Si os vinieren a consultar acerca de nuestra muerte y que seamos
sacrificados, ¿qué diréis entonces vosotros, Xulú y Pacam? Si os
dijeren: "¿No será bueno arrojar sus huesos en el barranco?"
"¡No conviene -diréis- porque resucitarán después!" Si
os dijeren: "¿No será bueno que los colguemos de los
árboles?", contestaréis: "De ninguna manera conviene, porque
entonces también les volveréis a ver las caras". Y cuando por tercera vez
os digan: "¿Será bueno que arrojemos sus huesos al río?"; si
así os fuere dicho por ellos: "Así conviene que mueran -diréis-;
luego conviene moler sus huesos en la piedra, como se muele la harina de maíz; que
cada uno sea molido [por separado]; en seguida arrojadlos al río, allí donde
brota la fuente, para que se vayan por todos los cerros pequeños y grandes."
Así les responderéis cuando pongáis en práctica el plan que os
hemos aconsejado, dijeron Hunahpú e Ixbalanqué. Y cuando se despidieron de
ellos, ya tenían conocimiento de su muerte. Hicieron entonces una gran hoguera, una
especie de horno hicieron los de Xibalbá y lo llenaron de ramas gruesas.
Luego
llegaron los mensajeros que habían de acompañarlos, los mensajeros de
Hun-Camé y de Vucub-Camé.
-“¡Que vengan! Id a buscar a los
muchachos, id allá para que sepan que los vamos a quemar." Esto dijeron los
Señores, ¡oh muchachos!, exclamaron los mensajeros.
-Está bien,
contestaron. Y poniéndose rápidamente en camino, llegaron junto a la hoguera.
Allí quisieron obligarlos a divertirse con ellos.
-¡Tomemos nuestra
chicha y volemos cuatro veces cada uno [encima de la hoguera], muchachos!, les fue dicho por
Hun-Camé.
-No tratéis de engañarnos, contestaron. ¿Acaso
no tenemos conocimiento de nuestra muerte, ¡oh Señores!, y de que eso es lo que
aquí nos espera? Y juntándose frente a frente, extendieron ambos los brazos,
se inclinaron hacia el suelo y se precipitaron en la hoguera, y así murieron los dos
juntos.
Todos los de Xibalbá se llenaron de alegría y dando muchas
voces y silbidos, exclamaban: -¡Ahora sí los hemos vencidos! ¡Por fin se
han entregado!
En seguida llamaron a Xulú y Pacam, a quienes [los muchachos]
habían dejado advertidos, y les preguntaron qué debían hacer con sus
huesos, tal como ellos les habían pronosticado. Los de Xibalbá molieron
entonces sus huesos y fueron a arrojarlos al río. Pero éstos no fueron muy
lejos, pues asentándose al punto en el fondo del agua, se convirtieron en hermosos
muchachos. Y cuando de nuevo se manifestaron, tenían en verdad sus mismas
caras.35
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Notas de Adrián Recinos:
35 Es decir, las de
Hunahpú Ixbalanqué.