PREAMBULO
Este es el principio de la antiguas historias de este lugar
llamado Quiché.1 Aquí escribiremos y comenzaremos las antiguas historias,2 el
principio y origen de todo lo que se hizo en la ciudad de Quiché, por las tribus de
la nación quiché.
Y aquí traeremos la manifestación, la
publicación y la narración de lo que estaba oculto, la revelación por
Tzacol, Bitol, Alom, Qaholom, que se llaman Hunahpú-Vuch,
Hunahpú-Utiú, Zaqui-Nimá-Tziís, Tepeu, Gucumatz, u Qux Cho, u
Qux Paló, Ah Raxá Lac, Ah Raxá Tzel, así llamados.3 Y [al
mismo tiempo] la declaración, la narración conjuntas de la Abuela y el Abuelo cuyos nombres son
Ixpiyacoc e Ixmucané,4 amparadores y protectores, dos veces abuela, dos
veces abuelo, así llamados en las historias quichés, cuando contaban todo lo
que hicieron en el principio de la vida, el principio de la historia.
Esto lo
escribiremos ya dentro de la ley de Dios, en el Cristianismo, lo sacaremos a luz, porque ya
no se ve el Popo Vuh,5 así llamado, donde se veía claramente la venida
del otro lado del mar, la narración de nuestra oscuridad, y se veía claramente
la vida.
Existía el libro original, escrito antiguamente, pero su vista
está oculta al investigador y al pensador. Grande era la descripción y el
relato de cómo se acabó de formar todo el cielo y la tierra, cómo fue
formado y repartido en cuatro partes, cómo fue señalado y el cielo fue medido
y se trajo la cuerda de medir y fue extendida en el cielo y en la tierra, en los cuatro
ángulos, en los cuatro rincones,6 como fue dicho por el Creador y el Formador, la
madre y el padre de la vida,7 de todo lo creado, el que da la respiración y el
pensamiento, la que da a luz a los hijos, el que vela por la felicidad de los pueblos, la
felicidad del linaje humano, el sabio, el que medita en la bondad de todo lo que existe en
el cielo, en la tierra, en los lagos y en el mar.
Notas de Adrián
Recinos:
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NOTAS AL PREÁMBULO
1 En este principio de las
antiguas historias de la raza y en los renglones siguientes, el desconocido autor da el
nombre de Quiché al país, así llamado: varal Quiché u
bi; a la ciudad, Quiché tinamit, y a las tribus de la
nación, r'amag Quiché vinac. La palabra quiché,
queché o quechelah significa bosque en varias de las lenguas de
Guatemala, y proviene de qui, quiy, muchos y che, árbol,
palabra maya original. Quiché, tierra de muchos árboles, poblada de bosques,
era el nombre de la nación más poderosa del interior de Guatemala en el siglo
XVI. El mismo significado tiene la palabra náhuatl Quauhtlemallan, que es
probablemente una traducción del nombre Quiché y que, lo mismo que
éste, describe con acierto el país montuoso y fértil que se extiende al
sur de México. Es indudable que el nombre azteca Quauhtlemallan, del cual se
derivó el moderno de Guatemala, se aplicaba a todo el país y no solamente a la
capital de los cakchiqueles, Iximché (el árbol llamado ahora
ramón), a la cual los tlaxcaltecas que llegaron con Alvarado llamaron
Tecpán-Quauhtlemallan. Todo este territorio situado al sur de Yucatán y el
Petén-ltzá era conocido desde antes de la conquista española con los
nombres de Quauhtlemallan y Tecolotlán (Verapaz hoy día).
2 Para
escribir las antiguas historias del origen y desarrollo de la nación quiché el
autor probablemente se sirvió, no sólo de la tradición oral, sino
también de las pinturas antiguas. Sahagún refiere que los sacerdotes toltecas
cuando caminaban hacia el Oriente (Yucatán) llevaban consigo "todas sus pinturas
donde tenían todas las cosas de antiguallas y de los oficios mecánicos".
En el cap. VI de la Cuarta
Parte de este libro se lee que el Señor Nacxit (Quetzalcóatl)
dio a los príncipes quichés, entre otras cosas, Уlas pinturas de Tulán
(u tzibal Tulán), las pinturas, como le llamaban a aquello en que
ponían sus historiasФ.
8 Éstos son los nombres de la divinidad,
ordenados en parejas creadoras de acuerdo con la concepción dualística de los
quichés, como sigue:
Tzacol y Bitol, el Creador y el
Formador;
Alom, la diosa madre, la que concibe los hijos, de al,
hijo, alán, dar a luz. Qaholom, el dios padre que engendra los
hijos, de qahol, hijo del padre, qaholah, engendrar. Madre y padre los
llama Ximénez; son el Gran Padre y la Gran
Madre, así llamados por los indios, según refiere Las Casas,
y que estaban en el cielo;
Hunahpú-Vuch, un cazador vulpeja o
tacuazín (Opossum), dios del amanecer; vuch es el momento que precede al
amanecer. Hunahpú-Vuch es la divinidad en potencia femenina, según
Seler. Hunahpú-Utiú, un cazador coyote, variedad de lobo (Canis
latrans), dios de la noche, en potencia masculina;
Zaqui-Nimd-Tziís, Gran pisote blanco (Nasua nasica) o
coatí, encanecido por la edad, diosa madre; y su consorte, Nim-Ac, Gran
cerdo montés, o jabalí, ausente en este lugar por una omisión
mecánica, pero invocado en el capítulo siguiente;
Tepeu, el
rey o soberano, del náhuatl Tepeuh, tepeuani, que Molina traduce
por conquistador o vencedor en batalla, ah tepehual entre los mayas, quienes lo
tomaron igualmente de los mexicanos. Gucumatz, serpiente cubierta de plumas verdes,
de guc, en maya kuk, plumas verdes, quetzal por antonomasia, y
cumatz, serpiente; es la versión quiché de Kukulcán,
el nombre maya de Quetzalcóatl, el rey tolteca, conquistador, civilizador y
dios de Yucatán durante el período del Nuevo Imperio Maya. El fuerte colorido
mexicano de la religión de los quichés se refleja en esta pareja creadora que
continúa siendo invocada a través del libro hasta que la divinidad toma forma
corporal en Tohil, a quien en la Tercera
Parte se identifica expresamente con Quetzalcóatl;
U Qux
Cho, el corazón o el espíritu de la laguna. U Qux Paló,
el corazón o espíritu del mar. Ya se verá que a la divinidad la
llamaban también el Corazón del Cielo, u Qux Cah,
Ah
Raxá Lac, el Señor del verde plato, o sea la tierra; Ah Raxá
Tzel, el Señor de la jícara verde o del cajete azul, como dice
Ximénez, o sea el cielo.
El nombre Hunahpú ha sido objeto de
muchas interpretaciones. Literalmente, significa un cazador con cerbatana, un tirador;
etimológicamente es eso mismo y es vocablo de la lengua maya, ahpú en
maya es cazador y ah ppuh ob, forma de plural, son los monteros que van a la caza,
según el Diccionario de Motul. Es evidente, sin embargo, que los
quichés debían tener alguna razón más plausible que esta
etimología para dar ese nombre a la divinidad. El cazador en los tiempos primitivos
era un personaje muy importante; el pueblo vivía de la caza y de los frutos
espontáneos de la tierra antes de la invención de la agricultura.
Hunahpú sería, en consecuencia, el cazador universal, que proveía al
hombre de sustento; hun tiene también en maya la acepción de general y
universal. Pero posiblemente los quichés que descendían directamente de los
mayas, quisieron reproducir en el nombre Hunahpú el sonido de las palabras
mayas Hunab Ku, "el único dios", que servían para designar
al dios principal del panteón maya, que no podía representarse materialmente,
por ser incorpóreo. La pintura de un cazador podría haber servido en los
tiempos antiguos para representar el fonema Hunab Ku que encerraba una idea
abstracta, la de un ser espiritual y divino. El procedimiento es común en la
escritura pictográfica precolombina. Hunahpú es también el
nombre del vigésimo día del calendario quiché, el día más
venerado de los antiguos, equivalente al maya Ahau, señor o jefe, y al
náhuatl Xóchitl, flor y sol, símbolo del dios sol o
Tonatiuh.
4 Ixpiyacoc e Ixmucané, el viejo y la
vieja (en maya ixnuc es vieja), equivalentes de los dioses mexicanos
Cipactonal y Oxomoco, los sabios que según la leyenda tolteca
inventaron la astrología judiciaria y compusieron la cuenta de los tiempos, o sea el
calendario.
5 Popo Vuh, o Popol Vuh, literalmente el libro de la
comunidad. La palabra popol es maya y significa junta, reunión o casa común.
Popol na es la "casa de comunidad donde se juntan a tratar de cosas de
república", dice el Diccionario de Motul. Pop es verbo
quiché que significa juntar, adunar, amontonarse la gente, según
Ximénez; y popol cosa perteneciente al cabildo, comunal, nacional. Por esta
razón Ximénez interpreta el Popol Vuh como Libro del Común, o
del Consejo. Vuh o uúh es libro, papel o trapo y se deriva del maya
húun o úun, que es papel y libro y el árbol de cuya
corteza se hacía el papel antiguamente y que los nahuas llaman amatl, en
Guatemala popularmente amatle (Ficus cotinifolia). Nótese que en muchas
palabras la n del maya se convierte en j, o h aspirada en
quiché. Na, casa en maya, se convierte en ha, o ja;
húun, o úun, libro en maya, se vuelve vuh o
uúh en quiché.
6 Los cuatro puntos cardinales, según
Brasseur. Es la misma idea de los cuatro Bacabes que sostienen el cielo de los
mayas.
7 Cuando enumera personas de los dos sexos, se observará que el
Popol Vuh galantemente menciona primero a la mujer